Y la niña espera en el umbral… que otra cosa puede hacer? Espera que sus sueños rotos vuelvan. Sus lágrimas se cristalizaron. Su piel ajada. Que le queda? Solo puede esperar a su príncipe…
“Te amo” dice en silencio, y su voz se quiebra. Mira sus manos temblorosas. La gente se ríe y la señalan “pobre ingenua. Pobre niña viviendo de fantasías”. Pero ella sigue esperando…
El día se tiñe de rojizo… se vislumbran luciérnagas a lo lejos. Estira sus pequeñas manos, pero no llega a tocarlas. Sus muletas están lejos…
La oscuridad llega… las luces se apagan. Y entre medio de la nada, la bestia aparece como en cada noche. “no llegaras a mi…”. Cierra sus ojos. Tapa su cara entra las rodillas, sus manos en sus oídos “no tengo que escucharte!!”
La bestia se aleja. Y ella se queda sola, temblando, latiéndole fuerte el pecho. “te esperare… pase lo que pase te esperare…”
Y entonces la niña se durmió.