lunes, 19 de enero de 2009

CHAPTER III


Y la niña espera en el umbral… que otra cosa puede hacer? Espera que sus sueños rotos vuelvan. Sus lágrimas se cristalizaron. Su piel ajada. Que le queda? Solo puede esperar a su príncipe…

“Te amo” dice en silencio, y su voz se quiebra. Mira sus manos temblorosas. La gente se ríe y la señalan “pobre ingenua. Pobre niña viviendo de fantasías”. Pero ella sigue esperando…

El día se tiñe de rojizo… se vislumbran luciérnagas a lo lejos. Estira sus pequeñas manos, pero no llega a tocarlas. Sus muletas están lejos…

La oscuridad llega… las luces se apagan. Y entre medio de la nada, la bestia aparece como en cada noche. “no llegaras a mi…”. Cierra sus ojos. Tapa su cara entra las rodillas, sus manos en sus oídos “no tengo que escucharte!!”

La bestia se aleja. Y ella se queda sola, temblando, latiéndole fuerte el pecho. “te esperare… pase lo que pase te esperare…”

Y entonces la niña se durmió.


1 comentario:

  1. Otra vez... Pensó el príncipe.

    Había perdido la cuenta de las veces que pasó por el umbral, sin atreverse a ingresar.

    Quizá porque los años lo hubieran curtido o el
    camino preparado, esta vez se armó de valor.

    Pero ante sí se materializaba su mayor temor
    no lo veía, no lo escuchaba.

    Envuelto en su capa el anciano eterno príncipe, jamás soberano, volvió al camino.

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